AVE MARÍA PURÍSIMA.
LA ENVIDIA.
Sexto PECADO CAPITAL.
El que se halla en pecado original, por no haber sido bautizado, está en servidumbre y cautividad del demonio, a quién JESÚS llamó príncipe de este mundo y San Pablo le denomina dios de este mundo.
La herida que el pecado original abrió en la naturaleza no hay que concebirla como una total corrupción de la naturaleza humana. El hombre, aunque se encuentre en estado de pecado original, sigue teniendo la facultad de conocer las verdades religiosas naturales y realizar acciones moralmente buenas en el orden natural.
El Concilio del Vaticano enseña que el hombre puede conocer con certeza la existencia de Dios con las solas fuerzas de su razón natural; Dz 1785, 1806. El Concilio Tridentino enseña que por el pecado de Adán no se perdió, ni quedó extinguido, el libre albedrío; Dz 815.
La herida abierta en la naturaleza, interesa al cuerpo y al alma. El Concilio II de Orange (529) declaró: "totum, i. e. secundum corpus et animam, in deterius homunem commutatum"(Dz 174); cf. Dz 181, 199, 793.
Además de la sensibilidad al sufrimiento (passibilitas) y de la sujeción a la muerte (mortalitas), las dos heridas que afectan al cuerpo, los teólogos, siguiendo a Santo Tomás, enumeran cuatro heridas del alma, opuestas respectivamente a las cuatro virtudes cardinales;
a) la ignorancia, es decir, la dificultad para conocer la verdad (se opone a la prudencia);
b) la malicia, es decir, la debilitación de nuestra voluntad (se opone a la justicia);
c) la fragilidad (infirmitas), es decir, la cobardía ante las dificultades que encontramos para tender hacia el bien (se opone a la fortaleza);
d) la concupiscencia en sentido estricto, es decir, el apetito desordenado de satisfacer a los sentidos contra las normas de la razón (se opone a la templanza).
La herida del cuerpo tiene su fundamento en la pérdida de los dones preternaturales de impasibilidad e inmortalidad; la herida del alma en la pérdida del don preternatural de inmunidad de la concupiscencia,
SEGUIREMOS HABLANDO DEL PECADO ORIGINAL Y DE LOS PECADOS CAPITALES.
http://exorcismos7.blogspot.com
LA ENVIDIA.
Sexto PECADO CAPITAL.
El que se halla en pecado original, por no haber sido bautizado, está en servidumbre y cautividad del demonio, a quién JESÚS llamó príncipe de este mundo y San Pablo le denomina dios de este mundo.
La herida que el pecado original abrió en la naturaleza no hay que concebirla como una total corrupción de la naturaleza humana. El hombre, aunque se encuentre en estado de pecado original, sigue teniendo la facultad de conocer las verdades religiosas naturales y realizar acciones moralmente buenas en el orden natural.
El Concilio del Vaticano enseña que el hombre puede conocer con certeza la existencia de Dios con las solas fuerzas de su razón natural; Dz 1785, 1806. El Concilio Tridentino enseña que por el pecado de Adán no se perdió, ni quedó extinguido, el libre albedrío; Dz 815.
La herida abierta en la naturaleza, interesa al cuerpo y al alma. El Concilio II de Orange (529) declaró: "totum, i. e. secundum corpus et animam, in deterius homunem commutatum"(Dz 174); cf. Dz 181, 199, 793.
Además de la sensibilidad al sufrimiento (passibilitas) y de la sujeción a la muerte (mortalitas), las dos heridas que afectan al cuerpo, los teólogos, siguiendo a Santo Tomás, enumeran cuatro heridas del alma, opuestas respectivamente a las cuatro virtudes cardinales;
a) la ignorancia, es decir, la dificultad para conocer la verdad (se opone a la prudencia);
b) la malicia, es decir, la debilitación de nuestra voluntad (se opone a la justicia);
c) la fragilidad (infirmitas), es decir, la cobardía ante las dificultades que encontramos para tender hacia el bien (se opone a la fortaleza);
d) la concupiscencia en sentido estricto, es decir, el apetito desordenado de satisfacer a los sentidos contra las normas de la razón (se opone a la templanza).
La herida del cuerpo tiene su fundamento en la pérdida de los dones preternaturales de impasibilidad e inmortalidad; la herida del alma en la pérdida del don preternatural de inmunidad de la concupiscencia,
SEGUIREMOS HABLANDO DEL PECADO ORIGINAL Y DE LOS PECADOS CAPITALES.
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